Bonaparte ha estado 5 días en Alejandría, tiempo que ha aprovechado para
organizar la ciudad, en especial, las
defensas de la ciudad. De ello se ha encargado especialmente el brigada Cretín,
uno de sus mejores ingenieros.
Redacta varias cartas para el bajá de Egipto, para el
embajador del sultán de Constantinopla así como para sus generales y soldados
para que no haya pillaje y se respete la religión y las costumbres del pueblo.
Uno de los problemas que hay que resolver con urgencia es el
desembarco del material y dispone a Brueys que se haga en el puerto de
Alejandría o en Aboukir, pero que se haga cuanto antes.
Antes de partir camino de El Cairo, Bonaparte deja como
gobernador militar a su general Kléber que se repone de sus heridas dejándole
instrucciones concretas y teniendo como lugarteniente al árabe (antiguo
enemigo) Mohamed el-Koraim.
Entre el 6 y 7 de julio de 1798, Bonaparte y su ejército se
ponen en marcha camino de Damanhur no sin antes haber decidido que el mejor
camino es el más expeditivo a pesar de tener que atravesar parte del desierto;
cosas de Bonaparte.
El camino por ese infierno de calor y de sed fue una dura
prueba para la expedición. Además, los pocos pozos existentes en la zona habían
sido secados previamente por los árabes beduinos haciendo del camino un
verdadero horno.
Después de una interminable marcha de 16 horas, Bonaparte
llega a Damanhur y allí puede conseguir agua y algunos víveres.
Grabado de la editorial Goupil a finales del XIX de un
dibujo de Géricault.