El 20 de agosto de 1798, Bonaparte celebra otra fiesta no
menos importante; “el nacimiento de Mahoma”.
Bonaparte toma parte de la
ceremonia religiosa donde se recitan versículos de la interminable letanía que
comprende toda la vida de Mahoma.
Después de los actos religiosos, se sirve un gran banquete y
Bonaparte se sienta al lado del cheique El-Bekyr, pariente del Profeta.
Terminado el festín, todos se trasladan a la plaza Ezkeybeh
donde está la población de El Cairo. Primero los franceses miran con novedad y
curiosidad los salmos del versículo del Profeta.
No menos novedoso es, cuando
Bonaparte dirige posteriormente unas maniobras militares ejecutadas con una
gran precisión. Con un disparo de
cohetes y juegos artificiales se da por finalizada la fiesta.
A pesar del empeño que pone Bonaparte en ganarse las
simpatías del pueblo, no olvida los intereses de las Ciencias y las Artes y las
promesas hechas tanto al Directorio como a los sabios en la conquista
científica de Egipto.
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